
“La lideresa” está ya a salvo en casa, sabiendo, con más seguridad si cabe, que es una elegida de los dioses y que su destino está más allá de la Puerta del Sol, que ya es lejos.
Podía haber aprovechado mejor las circunstancias: no se dice que uno no se enteró de nada; no se abandona a los compañeros en territorio enemigo; pero, como en el caso de Hillary, esto constará en su leyenda -y en sus delirios- como experiencia en combate.