Javier Marías escribió en EP(s) del 11 de junio un artículo titulado “Decir feamente nada”. De sus párrafos destaca el dedicado a unas palabras de la diputada Lasagabaster que no tienen desperdicio:
“Hace unos meses me molesté en transcribir –había grabado las noticias– las primeras palabras de Begoña Lasagabaster, dirigente de Eusko Alkartasuna, sobre la declaración de alto el fuego permanente de ETA, y les juro que fueron estas: “Lo acogemos con alegría, con prudencia y con la responsabilidad que nos obliga a todos, esta puerta que al parecer se abre para proceder a realizar los pasos oportunos para que no se pueda volver a reproducir nunca más que los conflictos deriven en la utilización por parte de algunos en elementos o en estrategias violentas”. Y se quedó tan ancha tras este huero trabalenguas, y ahí sigue en su puesto, y lo más probable es que en las próximas elecciones vuelva a salir elegida esta persona incapaz de decir nada con sentido, corrección ni coherencia tras una de las noticias más anheladas de los últimos decenios.”
En la misma publicación aparece hoy una carta en la que el escritor contesta a la que las cincuenta y seis palabras arriba en negrita pronunció, y de la que deduzco la existencia de una comunicación anterior en la que la de difícil nombre, muy enfadada, debía acusar a Marías de atacar, razones ocultas de por medio, a lo que ella representa y por ende a la mismísima democracia.
Si no sabes qué decir, cállate; si sabes qué decir pero no sabes cómo decirlo, cállate. Si no sabías qué decir o sabiendo qué, no sabías cómo y sin embargo no has tenido la prudencia de callarte, cállate.
Los hay que no saben permanecer callados.