
Hay que reconocer que es un hombre seco, arrogante, duro, y seguro que era, por aquellos años, muy ambicioso; ¿acaso con una personalidad distinta puede uno jugársela una vez tras otra en alta montaña y en solitario?; ¿no habrán contribuido a agriarle el carácter las acusaciones de haber abandonado a su hermano en el ascenso que recibió nada más descender y que le han seguido durante 35 años hasta que, en 2005, se encontraron en la base de la montaña los restos de Günter Messner?
Próximamente en sus pantallas.