
Dicho lo dicho, no se puede discutir que Oleguer Presas –léase “uuliguí”- es malísimo, y cuesta encontrar las razones por las que ha aterrizado en la alineación del F.C. Barcelona. Ayer interpretó que, para lo que estaba haciendo, mejor era no estar y arreó un par de patadas que le ahorraron la mitad de la jornada de trabajo. Supongo que por cuestión de espacios, su equipo se resintió y el Madrid de los mafiosos sacó partido. O fue quizá que jugar en la liga española iba contra sus convicciones.
Lo calificaremos de inoportuno y malo, y le dejaremos expresar sus ideas, aunque es irreprimible señalar que se nota que es futbolista.