El juez Gómez Bermúdez se ha rebozado con estiércol, tapando la imagen que tenía de él. Se supone, porque así debe ser, que los individuos encargados de administrar justicia deben justificar esa autoridad de la que, con tanto denuedo a veces, hacen uso en su labor.
Un mes después de sentenciado el “caso 11-M” se presenta el libro “La soledad del juzgador” de Elisa Beni, esposa del calvo presidente del tribunal. “Hola cariño, ¿cómo te ha ido hoy el día? Dicen que no es ni biografía ni crónica, que es algo nuevo: “cielitografía”.
Sólo se me ocurre - ¡pedazo de genio! - una razón para que Bermúdez haya consentido que este libro se haya publicado. La de siempre. Un acuerdo económico importante con Planeta. El dinero. Y aunque a todos nos gustaría una justicia ideal, tan grande como podríamos creer que es si atendemos a las palabras, aquí tenemos otra dosis de realidad pura.
Esto no tiene nada que ver con el desarrollo, las conclusiones o la resolución del juicio, todo bastante coherente. Sólo quiere expresar asco.