
A mí se me ha encomendado una misión desagradable, uno de esos trabajos de los que se dice “alguien tiene que hacerlo”: debo comprobar que los caminos desechados siguen sin llevar a ninguna parte -a alguna, quizá mejor dicho-, pues una nueva perspectiva pudiera haber abierto vías secundarias que arranquen de otra que se había descartado anteriormente. Todavía no he encontrado nada donde me quepa la cabeza, por lo que me estoy planteando la posibilidad de que a estos sitios sólo pueda llegarse a patadas o con los pies por delante.