
Las empresas a veces funcionan como organismos vivos; se pueden establecer muchos paralelismos, pero estos lapsus irónicos no son habituales. Todos intuimos -casi lo sabemos- que juegan con precios, fechas, contadores y calidades, pero hombre, que te lo restrieguen llamándote -lo que somos, sí- gilipollas, no ayudará a mejorar la imagen de ésta la empresa humana que quiso ser padre y puso el semen.