No recuerdo si he hablado alguna vez de él ni si, en caso de haberlo hecho, he comentado que últimamente se comportaba como si fuera lelo. Se confirma que lo que de su boca salía era expresión de una mente dispersa. E, ese del que hablo, es el agraciado -por no decir lo que le dijimos-que ha pujado más alto (40.000 $) para ganar una cita con Scarlett Johansson, sin el inconveniente de tener que pensar a dónde llevarla, pues el plan inamovible es ir al estreno de la última de Scarlett.
Nos lo comunicó feliz, y aguantó estoico y sorprendido la catarata de vituperios -su término favorito- de rigor. Una vez nos desahogamos, contó sus intenciones: la misma tarde del estreno llamaría diciendo que le había surgido algo y que no podría acudir. Como siempre, prefirió cualquier cosa a quedarse callado y razonó largo sobre cómo su conducta estimularía no sé qué que es magia pura con las mujeres. Habló de misterio y de ahorrarse el billete de avión y el alquiler del smoking. Luego, alguien le llamó imbécil; se enfadó y se marchó. Ya nos contará,…supongo.