Friday, March 21, 2008

Romanos

Puede ser laicismo entendido como actitud beligerante hacia la Iglesia; o quizá es un paso intermedio en la desintoxicación: apego a las tradiciones, que nos gustan por sí mismas, independientemente de lo que representan. O a lo mejor la tímida ironía del que no se atreve a hablar muy alto por miedo al rayo fulminante o al infierno.
Si en Nochebuena Cuatro emitió la Vida de Brian, ahora, ayer, Jueves Santo, en vez de Rey de reyes, La historia más grande jamás contada, Los diez mandamientos o Ben Hur, nos endosó cuatro episodios seguidos de Roma. Hoy, Viernes Santo, anuncian otros dos, aunque en un movimiento ambiguo los encabalgan en la frontera con el sábado. ¡Romanos que no falten!
Si Benedicto XVI la viera, recordaría su juventud, aquellos tiempos -algo posteriores- en que el Imperio Romano se convirtió al cristianismo, éste en religión estatal, y la política del Estado fue la de la Iglesia: salvarnos de la condenación. Luego, se levantaría de su ataud y les succionaría la sangre a los de Cuatro en justa defensa ante su ofensiva laicista.