Saturday, December 16, 2006

Cóctel mortal

En Florida, tocaba ejecutar a un tal Ángel Nieves. A pesar del nombre, su destino lo había marcado un asesinato cometido, por él o por otro, durante el atraco a un local de Strip tease en 1979.
Tras 27 años esperando, tuvo aún que aguardar 34 minutos para que el cóctel mortal (pentotal sódico, bromuro y cloruro de potasio) hiciera su trabajo. “El proceso tomó más tiempo que otros efectuados este año debido a una condición médica preexistente del reo”, aclararon las autoridades.
Siempre que se da una de éstas, se retoman dos debates: el de la pena de muerte y el del sistema jurídico-penal U.S.A.: con el muerto ya enterrado, aparecen testimonios inéditos y testigos falsos que se desdicen, nuevas pruebas de que mediaban miles de millas entre asesino y víctima, fiscales ambiciosos, indefensión del reo cercana a la caricatura y toda serie de lugares comunes de las series y películas que tan bien saben hacer en esa gran nación.
Para colmo, ahora se han suspendido las ejecuciones en Florida hasta que se revisen los procedimientos, pero los de ejecución, no los de los juicios.
Es curiosa esa preocupación: podemos juzgar mal, amañar un juicio y condenar a un inocente si conviene, matarlo, pero no es humano ese sufrimiento físico extra. ¿No se llama eso hipocresía?