No fueron suficientes seis dedos de los pies y alguno de las manos. Reinhold Messner tenía que haber muerto buscando a su hermano en el Nanga Parbat en 1970. Si hubiera ocurrido eso no hubiera sido el mejor alpinista de todos los tiempos, no hubiera siquiera bajado vivo de su primer ocho mil.
Hay que reconocer que es un hombre seco, arrogante, duro, y seguro que era, por aquellos años, muy ambicioso; ¿acaso con una personalidad distinta puede uno jugársela una vez tras otra en alta montaña y en solitario?; ¿no habrán contribuido a agriarle el carácter las acusaciones de haber abandonado a su hermano en el ascenso que recibió nada más descender y que le han seguido durante 35 años hasta que, en 2005, se encontraron en la base de la montaña los restos de Günter Messner?
Próximamente en sus pantallas.
Hay que reconocer que es un hombre seco, arrogante, duro, y seguro que era, por aquellos años, muy ambicioso; ¿acaso con una personalidad distinta puede uno jugársela una vez tras otra en alta montaña y en solitario?; ¿no habrán contribuido a agriarle el carácter las acusaciones de haber abandonado a su hermano en el ascenso que recibió nada más descender y que le han seguido durante 35 años hasta que, en 2005, se encontraron en la base de la montaña los restos de Günter Messner?
Próximamente en sus pantallas.