Friday, November 28, 2008

En duermevela

Los últimos días antes de una “maratona” -así se llama aquí ahora: desde la de Florencia, para que no haya duda entre “el maratón” y “la maratón”, y también en homenaje a la estúpida ministra- parecen tener cien horas. A la fuerza, descansar es un arresto. Consigo entrar en duermevela y oigo a una mujer que inventó una pintura insecticida y se largó a la Bolivia de Evo a enjalbegar chozas guaraníes para prevenir el mal de Chagas o tripanosomiasis americana, endémica de Suramérica, causada por un protozoario flagelado, el Tripanosoma cruzi… Así no hay dios que descanse… -Cabezada-. Esperanza en calcetines -¡otra vez!-. Al teléfono también; “le da al play” y reproduce, casi con idénticas palabras que antes y antes y antes, su frenética carrera por las tripas metálicas y sanguinolentas del hotel de Bombay. Vientos de grado seis en la escala de Beaufort se definen internacionalmente como “Ventarrones”. Temperatura entre 1 y 10 grados y 90% de posibilidades de lluvia. Todo junto es un buen tiempo para no hacer un buen tiempo, pero es mejor no pensarlo porque estos pensamientos alimentan a Fatiga, el monstruo prehistórico resucitado por experimentos atómicos franceses en el Pacífico. -Cabezada-. El Balcón de Rosales se transformará en una biblioteca que se llamará Álvaro Ussía. ¿Brilló mucho la bombilla? ¿Por qué la estupidez ajena quema mis calorías? Volvemos en 3:00, 2:59, 2:58…Y me quedan ¿cuántas horas?