Saturday, January 24, 2009

El niño gordo

Pegado al mostrador de la pastelería que hay dentro de Carrefour estaba el niño gordo. Era grande, de mofletes rubicundos y rostro inexpresivo y alelado, sin luz. Me dijo: “Coge, está muy bueno. Está para eso: para que coja la gente.” Lo miré con severidad, pero no le contesté: no se me ocurrió nada bueno que decirle. Pasó por allí su madre varias veces, empujando el carro, y a cada pasada cogía el niño, pidiendo auxilio, un trozo del bizcocho gratuito y lo engullía exagerando el ademán. Después, bastante más tarde, acabada la compra y a punto de abonarla, alcancé a verlo de nuevo. Seguía allí, zampando bollo.
Deduzco de sus gestos que a la madre, no sin razón, no le gustaba lo que había traído al mundo y había optado por dejarlo a su suerte, aunque la forma elegida para matarlo llevara tiempo y ocupara espacio. El triste niño gordo se había entregado ya.