Dice Arturo Pérez Reverte (y dijo Pérez Galdós) que lo que pasó el dos de mayo de 1808 no tuvo nada que ver con la patria. Fue una bronca, una explosión, un “se acabó” de gente -no precisamente gente de bien- harta, cabreada, que no sabía lo que estaba haciendo ni adonde iba; sin plan, sin cabeza: puro estilo español. Reverte añade que esa caterva de locos luchaba para traer, sin saberlo, a Fernando VII, el mayor hijo de puta de nuestra historia reciente.
“Prácticamente lo mismo” dijo ayer Aguirre -la cólera del Metro- al respecto, en su mensaje de fin de año: gesta, ejército más poderoso del mundo, ejemplo de heroísmo, España, gran nación, patriotismo, conciencia, libres e iguales que deciden su propio destino.
Viene el bicentenario. Viene una película de Garci. Vienen las elecciones. Lo estoy viendo venir.