He dejado pasar un tiempo razonable ¿?, pero debo dar testimonio de esta historia de lucha por la vida, por lo que cada uno considera vida.
Hace tres meses supe de la muerte de un compañero de clase de ballet con el que llegué a trabar cierta amistad. Me enteré tarde, por lo que me perdí las pompas. Consideré, sin embargo, adecuado hacer una visita a su viuda. Me recibió triste pero amable; tomamos unas copas y una cosa llevó a la otra: vi la oportunidad para enterarme de los detalles morbosos. Q, el difunto conyuge, iba conduciendo borracho por una carretera de doble sentido y tuvo la mala suerte de encontrarse con otro peor que venía de frente por su mismo carril. Q evitó, con un volantazo, el impacto frontal, salvando así al ebrio malo de esta historia, pero se empotró contra un camión estacionado en un área de descanso. Las ambulancias llegaron rápidamente -el siniestro sucedió muy cerca de Soria- y los sanitarios procedieron a diagnosticar: gran pérdida de sangre por amputación completa y limpia de la extremidad superior derecha. Se procede a parar la hemorragia…En ese momento, Q, que se había auto-chequeado, había proyectado y no se veía como se vio, comenzó a golpear con lo que le quedaba de brazo al enfermero que, atónito y ensangrentado, no supo como reaccionar. Y así murió: luchando por la calidad de su vida. En su último pensamiento dio gracias a Dios, pues esa misma mañana, probándose bikinis, había descubierto en sus muslos atisbos de celulitis.