Saturday, May 05, 2007

Lecciones en el puente

Que nadie pretenda ir a Marbella y regresar habiendo aprendido grandes lecciones sobre la vida. Sin embargo, además de practicar el bello deporte de las relaciones familiares, uno saca cosas positivas de este tipo de viajes:
*He asistido a un acontecimiento histórico que podré contar a mis nietos: “yo estaba allí cuando detuvieron a la Pantoja”.
*He descubierto un sitio en donde el tiempo casi se para: la sauna. También he aprendido que a los pesados -a los que atraigo- no hay que mirarlos a los ojos, y a mantenerme alerta cuando un extranjero de más de sesenta años se dispone a hacer una serie de ejercicios con pesas (se los reconoce por las sandalias con calcetines).
*He conocido a Lucía, que me contó su anécdota estrella: llegó con una pandilla de amigos a un chalet de la Costa Brava que habían alquilado. Mientras los demás se instalaban, a ella le faltó tiempo para ponerse el bikini, embadurnarse de crema, treparse a unas rocas y ponerse a tomar el sol como si acabara de salir de un refugio nuclear. Ocurrió que pocos metros más arriba una familia desconsolada procedía a cumplir la última voluntad de su difunto cabeza y volcaba la urna con sus cenizas encima de Lucía. El polvo, mezclado con el ungüento, le entro por poros y entresijos. No describo la escena que siguió, la dejo a vuestra imaginación.
*Por último, he escaneado algunas fotos que demuestran que en realidad el tiempo pasa mucho más deprisa que en una sauna.

Unas pocas "del Vietnam". "Aquello era otra cosa"




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