Monday, December 03, 2007

Riña de bar

Creo que nunca sabremos con detalle lo que pasó el sábado en el aparcamiento de la cafetería de un centro comercial en Capbreton, al suroeste de Francia, porque las explicaciones no aportarían nada bueno a la memoria de dos personas, una de las cuales está muerta, y la otra intentando agarrarse para no estarlo (si sobrevive en condiciones, corregiré la frase).
Parece evidente que, en un determinado momento, los etarras supieron que la pareja era de la guardia civil. Igual de obvio es que los agentes nunca supieron -o sólo durante un fogonazo final- que aquellos individuos eran etarras, pues de lo contrario no se hubieran marchado tranquilamente hacia su coche dándoles la espalda y la nuca.
Mi teoría, políticamente incorrecta, es que fueron los guardias civiles los que provocaron a los que en ese momento considerarían gente con pinta chunga -esa de la que ya hemos hablado-; quizá estaban hablando en Euskera. En el rifirrafe surgieron la bravuconería y la imprudencia. Parecía que todo había terminado, pero los etarras se quedaron atrás y decidieron rápido, calientes aún, convertir su potencialidad consciente en realidad y convertirse legalmente en asesinos.
Deberíamos sacar una conclusión y aprenderla como lección: a la hora de ejecutar la venganza que esto clama, debemos estar alerta y disparar sin preguntara a cualquiera que no nos guste, no vaya a ser que nosotros le gustemos menos todavía.