Wednesday, May 07, 2008

En el valle de Josafat

Se lo había repetido muchas veces durante su vida. Las duplicó en la recta final, ya en el hospital; y en los últimos metros exigió a su hija confirmación solemne: “Prométeme que enterrarás mis cenizas en el valle de Josafat”.
Tras pasar por el mundo, era su padre de cenizas peso cercano a un kilo, y meterlo en Israel un problema para ella. Se acordó de sus ocho hermanos.
Como no esperaba comprensión ni interpretación laxa de esa maldita normativa, decidió hacerlo por las bravas. Empezó a sufrir al ver lo ilegal -explosivo, opiáceo, venenoso…; todo, cualquier cosa- que aparentaba ser su padre pulverizado. Lo imaginaba empaquetado y aun lo veía más peligroso. Optó por dividirlo: la mayoría facturado en un bote de polvos de talco, una parte metido en los zapatos, varias pequeñas partes en el equipaje de mano y, por si acaso, un testimonio en el intestino.
El viaje fue espantoso a pesar de los “valiums”, pero pasó sin incidentes. Llegó al hotel, reunió todo lo que pudo de su padre, lo metió en una bolsa de plástico y se acostó.
A la mañana siguiente, se plantó en lo que se suponía que era el valle, entre el monte de los Olivos y los muros de Jerusalén; pidió al taxista que la esperara; se aseguró de que nadie la veía, dio cuatro taconazos al suelo, vació la bolsa, allanó, también con el pie, la superficie, y volvió por donde había venido.
Al llegar a su casa, alguien había echado un sobre por debajo de la puerta:

Estimada Señora Bronsky:
Llevamos dos días intentando hablar con usted por teléfono, pero no nos contestan ni en su domicilio ni en el móvil que figura en la documentación.
Se ha producido un fallo humano en el proceso de envasado y clasificación, y los que le fueron entregados como los restos de su padre no son tales, sino los de otro que ese día iniciaba el mismo viaje.
Si tuviera la bondad de pasar por nuestras instalaciones, trayendo la urna que se llevó, le entregaremos “la buena” y, por descontado, le reembolsaremos ipso facto el importe de la factura.
Sin otro particular, agradeciendo de antemano su comprensión, reciba un cordial saludo.
Fdo.: Pedro Tumba (Director-gerente).