Friday, May 30, 2008

Verbal y no verbal

E -estas cosas sólo le pasan a él- no tuvo voz en la negociación en la que su mujer y sus cuñados se repartieron a su madre, su suegra. Se la llevó entera. Desde hace siete años la tiene a saltos entre el sillón, el baño y un cuarto al fondo del pasillo.
Una noche oyó el aullido interpretado como “agua” en el lenguaje de las noches. Procedió maquinalmente, siguiendo el protocolo. La hidratación –o tal vez el medio vaso que le cayó en la cara- insufló vida al pergamino, a la señora, que, con el hilillo de voz de las grandes reflexiones finales y la mirada lúcida interpretada como “esta nos entierra a todos”, habló: “¡Cómo pasa el tiempo! Ayer, como quien dice, tomé la decisión de ponerme una 100. Eso fue en el 68 o el 69. De las primeras en España...”. Luego empezó a reírse, o eso parecía. Será de sí misma -dedujo E-. Le tocó un pecho, un segundo, apagó la luz y se volvió a la cama.