Monday, October 22, 2007

Al

Dos noticias -ninguna menciona que sea histórica- me dan pie para hablar de la memoria, pero no voy a hacerlo.

La primera, las declaraciones de Pasqual Maragall en las que revela que padece alzheimer. Dice el ex-president en un artículo en El País (antes El Pais) que algunos enfermos llaman a esta enfermedad Eisenhower porque no recuerdan su nombre real, añadiendo “porque las palabras trabajan en la memoria como las cerezas de un bote: la primera arrastra a las demás”¿? Yo me llamo Ál--varo, y no lo haría, pero si me llamara Pasqu--al, y Maraga--all además, tampoco utilizaría “Eisenhower” para acordarme de “al--zheimer”. ¡Menuda cereza! Si ocurriera que ya no me acordara de mi nombre, raro sería que adviniera el de Ike.
Aunque siempre ha sido una persona bastante desinhibida -recordemos las famosas “Maragalladas”-, creo adecuado que haya confesado su mal; primero para romper el tabú, y luego por si se suelta aún más el pelo. Habrá disfrutado Maragall -apuesto a que con su sonrisilla- del homenaje verbal que suele reservarse para los muertos. Es un privilegio que pronto olvidará; la única posible lectura positiva de su drama.

La segunda noticia es ésta, que ya suena repetida. Sin alzheimer ni nada; ¡menudo campeón! ¿En que trabajaría que tanto le absorbía? Seguro que se creía el mejor y el más injustamente tratado de toda la empresa. Los conozco que están empezando a subir en el ranking de padres.